Pero cierta incertidumbre nubla mi quietud.
Me despido de Tiwanaku, de su espíritu, de su gente y de los amables posaderos del Hostal el Mochilero. Me aguardan 41km de desconocido camino para dejar atrás la acogedora Bolivia y entrar el espectacular Perú.
Las pedaladas constantes me conducen a través de un uniforme entorno semidesértico salpicado de comunidades agrícolas, vacas, obejas, llamas y burros rastafaris que responden amablemente a mi deseo de un buen día.
Paso por Guaqui. Típico pueblo de casas de ladrillo sin terminar y su mega-iglesia católica, herencia de siglos de inquisidora dictadura religiosa, donde aprovecho para avituallar cuerpo y mente: barrita energética y llamada internacional a mis padres.
Impresiona y alegra ver de cerca lo que anteriormente había sobrevolado. El sagrado lago Titikaka hace su aparación entre destellos de luz y el trasfondo del Apu Chachacomani. Un escalofrío de alegía recorre mis arterias.
Sigo mi camino. Disfruto del espectáculo que me brinda el paisaje, pero según me voy acercando a la frontera crece la incertidumbre del presente futuro.
La frontera lleva cerrada unos 10 días a todo tipo de vehículos, debido a una protesta que están llevando a cabo los campesinos indígenas Aymaras en toda la zona peruana del Lago Titikaka. Protestan por la contaminación de las aguas que beben por culpa de unas minas de plata que el gobierno saliente peruano acaba de alargar la concesión.
Pregunté en La Paz, en Tiwanaku, a cuanto policía, conductor de autobus que veía. Las opiniones eran dispares. Algunos que sin problemas. La tele, que algunos turistas denunciaban el robo de sus maletas al intentar cruzar a Perú...
He llegado a la muga. Me han sellado la salida de Bolivia, me despido con un hasta pronto y al cruzar el puente que separa ambos paises, los policías me han hecho un huequito por donde pasar, hasta que en el otro lado me han rodeado los campesinos gritándome:
- Gringo!! Gringo!!
Yo les he respondido:
- Yo no soy gringo, soy Vasco!! - y agasajándolos con un buenas tardes en Aymara "aqui tardi churatan" y convenciéndoles de que estoy de acuerdo con su lucha: "una gota de agua, una gota de vida", han terminado queriéndome comprar la bici.
Tras una leve angustia, he conseguido pasar a Perú.
La experiencia no ha terminado ahí. Cada 100m barricadas y piquetes. Ha sido maravilloso. He parlamentado con todos, me han ofrecido agua, hojas de coca para mascar, papas asadas, queso, coca-cola, agua...
Ya te digo!!
Un niño me ha echado una piedra que menos mal que me ha dado en la alforja y no en un radio.
Según avanzaba, me daba cuenta que me iba a ser imposible encontrar alojamiento, todo cerrado. He tirado para adelante buscando una casita abandonada donde meterme, montar la tienda y cenar la pasta que llevo conmigo. Según avanzaba, me acercaba cada vez más a Pomata, siguiente pueblo con hospedaje.
Después de 9 horas en bici, parando a comer y a charlar y, tras 98km he llegado a Pomata. Habrá sido gracias a la coca mascada.
Desde Pomata el paisaje ha seguido regalándome maravillosas estampas de Pachamama:
De este glorioso día no me queda más que contaros que he cenado en la plaza del pueblo rodeado de los Policías Nacionales que custodian la paz en los alrededores del lago Titikaka. Qué contradiciones tiene la vida¡!
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Como dice el poeta, ahora lo importante es andar el camino.
Aupa Xabi!
ResponderEliminarGracias por seguir contándonos tus aventuras.
Ten mucho cuidado, eh, que las piedras no tienen ojos...
GORA ERREALA!
GORA OSASUNA!
Kuriositate txii bat...Zertaz mintzatu zinen maderoekin???...
ResponderEliminarMuxuk